por: MAX BELLO (Poeta) El perdurar milenario de la poesía es un misterio que nadie aún a podido dilucidar. Decía el filósofo Alemán Eideqqer, el hombre no empezó por hablar en prosa sino en verso. Por algo los momentos capitales de la lengua son, en general, poemas, desde Homero hasta el Dante. Por ende, la poesía es al arte más remota, hermana gemela de la pintura rupestre y esa verdad se siente aunque se presenta con distintos ropajes de palabras.
La posición primordial del hombre ante el mundo que descubre es poética: puro asombro ante la naturaleza y sus diversas expresiones a las que va bautizar con palabras. Las primeras palabras contienen el estremecimiento ancestral ante la belleza del mundo.
La posición primordial del hombre ante el mundo que descubre es poética: puro asombro ante la naturaleza y sus diversas expresiones a las que va bautizar con palabras. Las primeras palabras contienen el estremecimiento ancestral ante la belleza del mundo.
Luego habría de venir, prosaica, la prosa, a cumplir los menesteres prácticos de la civilización. Por eso cada vez que surge un poeta como es el caso de Alex Albornoz, su misión es marchar al reencuentro de esos instantes decisivos del lenguaje, en cuyo interior ocurrió el deslumbramiento matinal del hombre frente al mundo.
No en vano la clave y la dificultad de la poesía es el sentido único, final de cada palabra. Los poetas viajan hacia los albores de la humanidad en donde lo arcano, lo antiguo pueblan nuestro inconsciente.
Alex Albornoz, oscilando entre la poesía y el periodismo orienta su vida y nos entrega esta obra primigenio, con anotaciones llenas de imágenes, donde hay códigos por descifrar en el río del olvido, que ofrece horas de promesas, cálidos versos que pueden cambiar lo proferido por el río styx.
No siendo crítico, ni mucho menos perito en desfacer entuertos, sólo quiero añadir en algo que coincidimos con Alex, se trata de compartir la sensibilidad estética y pasión común por esa diosa: La poesía. Y evocando a los recuerdos diría lo que una vez me refirió el maestro Washington Delgado: “el futuro nos pertenece, aunque no haya futuro”.
No en vano la clave y la dificultad de la poesía es el sentido único, final de cada palabra. Los poetas viajan hacia los albores de la humanidad en donde lo arcano, lo antiguo pueblan nuestro inconsciente.
Alex Albornoz, oscilando entre la poesía y el periodismo orienta su vida y nos entrega esta obra primigenio, con anotaciones llenas de imágenes, donde hay códigos por descifrar en el río del olvido, que ofrece horas de promesas, cálidos versos que pueden cambiar lo proferido por el río styx.
No siendo crítico, ni mucho menos perito en desfacer entuertos, sólo quiero añadir en algo que coincidimos con Alex, se trata de compartir la sensibilidad estética y pasión común por esa diosa: La poesía. Y evocando a los recuerdos diría lo que una vez me refirió el maestro Washington Delgado: “el futuro nos pertenece, aunque no haya futuro”.
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