JAVIER HERAUD: CARTAS A SU MUERTE Y POEMA MEMORIAL


Mensaje de Pablo Neruda
Julio de 1963


Universidad de Chile
ISLA NEGRA, Juliio de 1963

He leído con gran emoción las palabras de Alejandro Romualdo sobre Javier Heraud. También el valeroso examen de Washigton Delgado, las protestas de Cesar Calvo, de Reinaldo Naranjo, de Arturo Corcuera, de Gustavo Valcárcel. También leí la desgarradora relación de Jorge A. Heraud, padre del poeta Javier.
Me doy cuenta de que una gran herida ha quedado abierta en el corazón del Perú y que la poesía y la sangre del joven caído siguen resplandecientes, inolvidables.
Morir a los veinte años acribillado a balazos “desnudo y sin armas en medio del río Madre de Dios, cuando iba a la deriva, sin remos...” el joven poeta muerto allí, aplastado allí en aquellas soledades por las fuerzas oscuras. uestra América oscura, uestra edad oscura.
No tuve la dicha de conocerlo. Por cuando ustedes lo cuentan, lo lloran, lo recuerdan, su corta vida fue un deslumbrante relámpago de energía y de alegría.
Honor a su memoria luminosa. Guardaremos su nombre bien escrito. Bien grabado en lo más alto y en los más profundo para que siga resplandeciendo. Todos lo verán, todos lo amarán mañana, en la hora de la luz.

Carta de Nicolás Guillén
19 de Julio de 1963

UNION DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE CUBA
Habana, 19 de Julio de 1963 Año de la Organización

Sr. Gustavo Valcarcel, Lima, Perú Querido Gustavo:
Te escribo para expresarte nuestra, viva pena por la muerte de Heraud, su holocausto a la revolución peruana.
Aunque él estuvo en Cuba, no tuve 1a suegra de conocerlo entonces, porque no coincidimos aquí. pero quienes lo trataron - jóvenes cubanos que hoy lo lloran- lo quisieron como hermano, pues fraternal era su corazón tanto como lúcida su inteligencia. Dicen que é1 prometió volver y sus compañeros lo esperaban. Prefirió quedarse e inscribir su nombre junto a los mártires de la liberación de su pueblo, que nada podrá detener. Sangre pura y generosa la suya, sangre que va a crecer cada día y terminará ahogando a quienes la derramaron. Siempre ha sido así siempre ha de ser así.
En mi nombre y en el de nuestra querida Unión, donde la muerte de Heraud ha sido conmovedora. te envío nuestros sentimientos solidarios con el dolor, que a ustedes aflige, que es también nuestro, tú lo supones, tú lo sabes. Los asesinos da este muchacho puro - no quienes lo mataron con sus manos irresponsables - sino los otros, los que mandaron que lo mataran, están mucho más muertos que él, o no, son en realidad los únicos que han muerto.
Por ahora nada más, sino nuestro cariñoso recuerdo y un abrazo fuerte y largo.

Javier Heraud
El río
1
Yo soy un río,
voy bajando por las piedras anchas,
voy bajando por las rocas duras,
por el sendero dibujado por el viento.
Hay arboles a mi alrededor sombreados por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más furiosamente,
mas violentamente bajo
cada vez que un puente me refleja en sus arcos.
2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la mañana.
A veces soy tierno y bondadoso.
Me deslizo suavemente por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
3
Yo soy el río.
Pero a veces soy bravo y fuerte,
pero a veces no respeto
ni la vida
ni la muerte.
Bajo por las atropelladas cascadas,
bajo con furia y con rencor,
golpeo contra las piedras mas y mas,
las hago una a una pedazos interminables.
Los animales huyen,
huyen huyendo cuando me desbordo por los campos,
cuando siembro de piedras pequeñas las laderas,
cuando inundo las casas y los pastos
cuando inundo las puertas y sus corazones,
los cuerpos y sus corazones.
4
Y es aquí cuando mas me precipito.
Cuando puedo llegar a los corazones,
cuando puedo cogerlos por la sangre,
cuando puedo mirarlos desde adentro.
Y mi furia se torna apacible,
y me vuelvo árbol y me estanco como un árbol,
y me silencio como una piedra,
y callo como una rosa sin espinas.
5
Yo soy un río.
Yo soy el río eterno de la dicha.
Ya siento las brisas cercanas,
ya siento el viento en mis mejillas,
y mi viaje a través de montes, ríos,
lagos y praderas se torna inacabable.
6.
Yo soy el río que baja en las riberas,
árbol o piedra seca
yo soy el río que viaja en las orillas
puerta o corazón abierto
yo soy el río que viaja por los pastos
flor o rosa cortada
yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
yo soy el río que viaja por los montes
roca o sal quemada
yo soy el río que viaja por las casas
mesa o silla colgada
yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta
rosa piedra
mesa corazón
corazón y puerta retornados.
7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los hombres
que canta ante sus tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.
8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas por los ignotos pueblos olvidados,
por las ciudades atestadas de publico en las vitrinas.
Yo soy el río,
ya voy por las praderas
hay arboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los arboles cantan con el río,
los arboles cantan con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis brazos.
9
Llegara la hora en que tendré
que desembocar en los océanos,
que mezclar mis aguas limpias con sus aguas turbias,
que tendré que silenciar mi canto luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al alba de todos los días,
que clarear mis ojos con el mar.
El día llegara,
y en los mares inmensos
no veré mas mis campos fértiles,
no veré mas mis arboles verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol mis nubes,
ni veré nada, nada,
únicamente el cielo azul inmenso
y todo se disolverá en una llanura de agua,
solo serán un canto o un poema mas
solo serán ríos pequeños que bajan,
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas aguas apagadas.

(Lima 1960)

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