
Cómo arrancar esta segunda teoría conspirativa, donde el personaje catapultado como uno de los más grandes literatos que el mundo haya tenido, es un invento, una farsa y una mentira de grueso calibre que jamás se haya contado. Por cuanto el afán empecinado de las teorías conspirativas que detallaré, busca explicar la extraordinaria fertilidad literaria de Shakespeare y su calidad única. Si no lo sabía, preste atención, que la duda para muchos empieza a tener sustento a principios del siglo XX.
Si nos remontamos a pasajes de su historia encontraremos lo que aun es materia de discusión, que Shakespeare (1564-1616) al parecer no poseía la educación requerida para haber escrito tales obras. De hecho se sabe que Shakespeare asistió al colegio sólo hasta los 14 años, y es más, no hay constancia de que Shakespeare haya acudido a la universidad, por lo que los cuestionamientos a la autenticidad de su vasta obra, encuentran cierta cabida para muchos. Cómo se puede escribir geniales obras si se linda con el analfabetismo, ó peor aún, cómo se puede comprender tan bien el mundo de los reyes y cortesanos, asuntos de Estado, filosofía, leyes, música y arte de la cetrería y llevarlos finamente al campo literario. Bueno pues, en todo esto parece encontrar raíces las teorías conspirativas que ponen en tela de juicio la versatilidad de Shakespeare. Más aun teniendo en cuenta que no existe hasta hoy en día la absoluta certeza sobre los verdaderos rasgos de su físico.
Son diversas las teorías o especulaciones sobre Shakespeare, de las que saltan al podio, las que arguyen que no existió nadie con el nombre de William Shakespeare y que las obras fueron escritas por diferentes personas de la nobleza, por escritores de renombre o por la colaboración de otros autores. Y si, existió, entonces existen las que afirman que Shakesperare no era más que un actor a quien el verdadero autor, fuese quien fuese, le daba a firmar sus obras. Esta última especulación de hecho sostiene que no se conserva ningún manuscrito firmado con el nombre de Shakespeare y esto se debe a que el verdadero autor, por ser algún noble quizás o un escritor de renombre, no le era conveniente firmar obras de teatro con su verdader
o nombre, porque eran tiempos en el que las representaciones teatrales eran consideradas, entre otras cosas, causantes del pecado.
o nombre, porque eran tiempos en el que las representaciones teatrales eran consideradas, entre otras cosas, causantes del pecado.
De hecho a lo largo del tiempo se han propuesto los nombres de diversos escritores que pudieron utilizar el seudónimo de Shakespeare. El escritor y filósofo Francis Bacon es uno de ellos. Lo mismo ocurre con Christopher Marlowe, autor teatral reconocido de la época. Otros nombres que se barajan son el del escritor Ben Jonson, sir Walter Raleigh, Edward de Vere e incluso la mismísima reina Isabel I. De hecho la idea de que fuese Isabel I la autora, la desarrolló George Elliot Sweet en 1956, que decía que la gran inteligencia de la reina, su vasta cultura y sobre todo su necesidad de propagar su literatura, hicieron que no ponga firma a sus escritos.
Pero vayamos a detallar las tres teorías que más furor han causado entre los investigadores y entendidos, que son: la teoría baconiana, la teoría oxoniense y la teoría Marloviana. Todas basadas en personajes que coincidieron en la misma línea de tiempo que Shakespeare; en el primer caso coincide con el político Francis Bacon, en el segundo con el conde Edward de Vere y el tercero con el escritor Christopher Marlowe.


El cabo suelto con esta teoría de los oxforianos, es que el conde murió en 1604, antes de que se escribiera el grueso de la obra shakesperiana.

Esta teoría brinda coincidencias con la obra de Shakespeare, porque indica que Francis Bacon, pese a ser un político en las cortes de Isabel I y de Jaime I, odiaba el despotismo de la Reina, y esto precisamente se aprecia en los escritos de Shakespeare, además porque la posición social de Bacon impedía ponerlos a nombre propio. Pero hay que decir que la afición por Bacon y sus códigos provocó que los estudios se centraran en el análisis de sus criptogramas. Algunos de ellos, bastante jocosos.
De hecho los baconianos han dicho que el nombre de Bacon está escrito cientos de veces en la obra de Shakespeare. Uno de los ejemplos más sorprendentes es la primera palabra de la primera página de la comedia de Shakesperare, Bote-swaine, que según la criptografía puede descifrarse como FS-BIACEN. FS sería la abreviatura de Francis tal y como la usa Bacon en diversos lugares, y Biacen es un equivalente fonético de Bacon.
¿Cervantes y Shakespeare uno solo?
Por último esta teoría arranca a más de uno el asombro, porque define que William Shakespeare y Miguel de Cervantes fueron la misma persona. Tamaña conjetura que argumenta que los dos máximos representantes de la literatura mundial murieron el mismo día, el 23 de abril de 1616. Lo curioso de esto es que no se conoce con exactitud dónde está enterrado Cervantes, no hay testigos ni menciones directas de nadie que haya asistido a su entierro, según sus defensores.
Lo cierto en toda esta historia, que busca sustentar los puntos conspirativos, tiene como punto de partida que Shakesperare, no pudo escribir tales obras por su limitación académica y de estudios superiores. Y que más bien los otros personajes mencionados, pudieron ser los verdaderos autores, por sus condiciones académicas o de posición social, por cuanto estos pertenecían a la nobleza o a otro estamento privilegiado y que por ende solo ellos pudieron haber escrito tales obras, con ese nivel refinado y de clase alta que caracteriza los escritos de Shakespeare.
Aun en pleno siglo XIX William Shakespeare, sigue despertando pasiones, al punto que el conocido director de cine, Roland Emmerich, ha llevado la duda de la existencia de Shakespeare a la pantalla grande. “Anonymous” es el título de la cinta próxima a estrenarse que esbozará quién es el verdadero hombre detrás de William Shakespeare. ¿Qué cree usted con todo esto?
(*) Articulo publicado en la web oficial de: Expediente Oculto
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