Las viejas mentes brillantes que nutrieron a la literatura han estado encerradas de increíbles pensamientos, oscuros razonamientos que no precisamente cayeron en la decadencia ni mucho menos a inflingir algún daño a terceros. Sino más bien que en sus férvidas creaciones se dieron vida a tan prominentes obras. Este es el caso del cosmogónico y desventurado (porqué desventurado lo de lo diré más adelante) pero genial escritor H. P. Lovecraft (1890-1937).
Este ingenioso literato fue más pobre de lo que permitía el ambiente de la pequeña, decadente y nada decente burguesía americana de los años treinta. Donde el precepto fundamental era trabajar para vivir, enriquecerse y adquirir una posición social, la que paradójicamente Lovecraft despreciaba. Él se consideraba ante toda trivialidad un artista-creador.
Se detalla que se consideraba un extraño para el mundo que lo rodeaba, precisamente una de sus más célebres novelas se titula así: “El extraño”. Lo suyo era una visión de lo fantástico que lograra atraer a sus lectores al mundo de los sueños, de las leyendas y de los grandes ciclos cósmicos. Incluso más allá, como escribió en su novela “Viajes al otro mundo”, del radio de acción de la imaginación.
Además de haber sido un niño soñador, frágil e introvertido, el joven Lovecraft se adentro en esa corta edad, en las viejas ringleras de la biblioteca familiar. Ahí se interes
o por la astronomía, la que lo conduciría rápidamente al mundo de lo fantástico. Lo curioso que descubrí leyendo sobre este escritor, fue que en una de las cartas que escribió; confesaba que el descubrir a Edgar A. Poe, determinó sus preferencias, su modo de escribir y la elección de sus temas. Lo que más tarde lo llevaría a plasmar en su obra “La Bestia de la caverna”.
En 1914, siendo joven introvertido pero seguro de sí mismo, se hace socio de la United Amateur Press Asociation, donde establece lazos epistolares con sus futuros amigos y admiradores. Aquí Lovecraft se presenta y autodenomina como un “exiliado interior”, un ser de elite perteneciente a otra época, perdido entre sus contemporáneos. Y como si lo hiciera adrede para limitar sus relaciones sociales, vivía de noche y dormía de día. Esto me trajo a colación lo que algunos escritores jóvenes, su narcisismo y devoción los llevan a practican cual discípulos.
A partir de la publicación de sus primeros textos, envueltos de cosmogonía fantástica, empieza asurgir uno de los universos más extraños jamás imaginados por un escritor. Y leyendo una de sus obras confirme lo dicho, pues se encuentra en sus escritos ecos de los viejos mitos de la cultura europea, mezclados con las meditaciones más originales sobre el destino de la humanidad. Y a la que consideró ser juguete de alguna divinidad más antigua que la vida.
Sus obras se encuentran dominadas por el dios Cthulhu, el que vendrá de los abismos del océano y el señor de R’lyeh, la ciudad sumergida anterior a los hombres; le acompañan Shub-Niggurath, la cabra negra con mil cabritillas; Nyarlathotep, el caos reptante y el que aúlla en la noche, Yog-Sothoth, el “Todo en uno y el Uno en todo”. Este mundo que lo hace parecer terriblemente real no seria estrambótico y original sin el pasado que lo explica. Pasado poblado de extraterrestres no humanoides por ejemplo: los antiguos, las hordas de Cthulhu o los Mi-Go llegados de Yuggoth (plutón). Pasado en el que lucharon los eres de la gran raza, llegados de Yith, planeta situado más allá de lo desconocido.
Y bueno respondiendo a la adjetivación utilizada (desventurado) en el primer párrafo, las biografías hechas señalan que fue desgraciado su matrimonio y desgraciado en sus negocios porque producía poco y no siempre se ajustaban a las normas de la época, lo que hizo que se viera obligado a reescribir las novelas de otros autores e incluso hacer de personajes celebres como el famoso mago Houdini. Peor aún con el paso de los años su misantropía se agravó y no soportaba ni el frió ni el simple olor del océano, que él había contribuido a poblar de tantos monstruos.
El único volumen de sus obras publicado durante su vida apareció en 1936, un año antes de su muerte prematura y solitaria. Que él mismo había dejado de creer. Fue enterrado en el cementerio de Providence (Rhode Island Providence) donde por cierto ninguna piedra sepulcral lleva su nombre. Al perecer uno de los seres que creo se lo llevó a su mundo sin retorno, más allá del tiempo, de las puertas del sueño.
(*)La obra de Lovecraft publicada en castellano se halla dispersa en numerosas colecciones. Alianza Editorial y Brral Editores. Una extensa biografía, cuyo autor es Spragu de Camp, ha sido editada por Alfaguara.
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